jueves, 15 de junio de 2023

El maestro jardinero


Quintesa Swindell y Joel Edgerton en El maestro jardinero

Dicen los que saben que esta película de Paul Schrader cierra una trilogía. Como no he visto las dos entregas anteriores mi comentario irá muy ceñido a esta última. Tampoco el cine de este director me resulta familiar. Creo que fue guionista de una película en mi opinión sobrevalorada: Taxi Driver. La verdad es que no me gustan los psicópatas ni las películas que los ensalzan (que hablen de uno aunque sea mal).

Para mí El maestro jardinero es una historia romántica. Lo de la redención y el resto de la parafernalia crítica me viene un poco grande. El concepto de redención ya se llevó lo suyo con la historia de Nuestro Redentor.

La morosa primera parte de la película, con esa exaltación del jardín y de las flores, magistralmente retratadas por el director de fotografía, es una delicia. Luego viene la cruda realidad (el argumento) y se encarga de poner las cosas en su sitio.

La cruda realidad en este caso es el personaje juvenil que protagoniza Quintesa Swindell, una mestiza de buena familia, pero muy venida a menos. Quintesa viene a perturbar con su presencia la paz y serenidad que ha conseguido el antiguo supremacista Joel Edgerton, el maestro jardinero.

El antiguo supremacista, paradojas de la vida, vive sometido a los furores uterinos de la propietaria del jardín, la acaudalada Sigourney Weaver. Qué papel más antipático, por cierto, le han endosado a Sigourney.

Y a partir de aquí la película empieza a entrar en una fase de delirio e incluso esperpento, porque los malos son bastante esperpénticos.

Creo que el personaje de Joel Edgerton está muy bien, pero la historia con Quintesa, en mi opinión, hace aguas en cuanto a credibilidad. Ello es debido a la inconsistencia del personaje juvenil, le falta sustancia.

A la vista de la cartelera que nos llega a provincias, creo que esta película es de lo mejor que puede verse. Son casi dos horas que se pasan bien aunque, como he señalado, el interés va decreciendo. Imprescindible para los aficionados a la jardinería.